Gloria Abarca Berenguela, exalumna de Filosofía

“Tuve el privilegio de estudiar en la Época de Oro de la Universidad de Concepción”

 

 
 
 
Gloria Abarca es penquista e inició su formación en el Colegio de la Inmaculada Concepción, con monjas alemanas que define como “mujeres valientes, cultas, refinadas y de avanzada para su época, que venían de un mundo destrozado por el conflicto bélico y que nos mostraron que el camino de la libertad era la cultura, que conocían la diversidad y eran sensibles a la realidad social”.
 
Asegura que ellas iluminaron vocaciones y una de esas fue la suya, que ingresó a Filosofía en 1961. En la Universidad de Concepción se encontró con un mundo laico, libertario, analítico y racional, muy distinto al de la religión, pero a su juicio “existía un hilo conductor que unía estos dos mundos aparentemente opuestos, el desarrollo del espíritu, y para retomar palabras de Gabriela Mistral, ambos mundos se unían para humanizar lo humano”.
 
Tuve el privilegio de estudiar en la época de Oro de la Universidad de Concepción, la época de don David Stitchkin, que fue brillante, de puertas abiertas a lo internacional. Su sueño en ese tiempo fue crear un gran espacio intelectual que iluminara la evolución de esta casa de estudios, una especie de ágora, y concretó ese sueño en el Instituto de Filosofía, donde llamó a los mejores filósofos de la Universidad de Chile y algunos del extranjero”, relata Gloria.
 
La exalumna sostiene que esos profesores eran en alguna medida heroicos, porque viajaban periódicamente desde Santiago a hacer sus clases y se regresaban inmediatamente. Entre ellos destaca a Félix Schwartzmann, Premio Nacional, quien planteaba su inquietud respecto al desarrollo desenfrenado de la ciencia; también un matrimonio joven, Carla Cordua y Roberto Torretti, actuales premios nacionales, que venían formados de Alemania; al filósofo Enzo Mella, que venía de Cuba y “que analizaba con una honradez intelectual a toda prueba el pensamiento de Santo Tomás de Aquino”, y a Rivano, “el maestro del pensamiento lógico y matemático”. Los define como “mentes brillantes, coronadas por un escritor y poeta polémico, Luis Oyarzún, que venía del viaje de la India y las clases de su curso de ética y estética se transformaron en clases magistrales”. Entre los extranjeros recuerda al boliviano Mercado Kemp, a Ortega y Gasset, el filósofo español, Soler y al profesor Marco Antonio Allendes, que también regresaba de la India"
 
También tiene un recuerdo muy especial de la Escuela de Verano de 1962 “donde la expresión artística y literaria, la poesía y la ciencia se unían, y esa unión se produjo en el discurso de un invitado de honor de esa época, el Premio Nobel de Química Linus Pauling”.
 
Estando en segundo de Filosofía comenzó a hacer clases en el Liceo N°1 de Niñas y luego en el Enrique Molina, lo que fue un desafío, porque tuvo que anticiparse bastante, en especial en temas de metodología. Hizo clases durante 7 años en el Liceo Enrique Molina y luego se fue a Santiago, donde ganó concursos en liceos emblemáticos como el Barros Borgoño, el Valentín Letelier y luego regresó al Enrique Molina. Gloria optó por dedicar su vida a su vocación, la Filosofía, y ha desarrollado su lado maternal a través de la docencia, donde tuvo alumnos muy destacados, como el juez Mario Carroza o el ex diputado Antonio Leal. Sostiene que lo que más la ha motivado siempre es aportar  a la transformación de las personas.
 
 En 1981 se fue a estudiar a París, sabiendo que no sería fácil llegar sola y tener que “vivir en otro idioma”, pero asegura que  “hay que prepararse para todo y esto no es al azar, esto viene del colegio, donde había una monja alemana que hablaba un francés maravilloso y que no fue solo profesora de francés, sino una verdadera actriz, que dramatizaba los diálogos de los libros que estudiábamos”.  Relata que siguió en contacto con el idioma a través de la música de Charles Aznavour y Édith Piaf, y que antes de irse a París se preparó en el Instituto Chileno-Francés. “El francés me fascina, lo encuentro tan diplomático y elegante. Al llegar  a París me di cuenta que el idioma era refinado y me dediqué a escuchar radio y a buscar personas que me enseñaran más de fonética. Hablé un idioma que amé, conocí gente extraordinaria que me abrió las puertas de su casa y con la que formé lazos”.
 
En lo académico, cursó estudios doctorales en Filosofía y obtuvo un Master en Psicología Social en la Universidad Paris VIII Ex-Universidad de Vincennes . “Es una universidad de ultra avanzada que tuvo un papel fundamental en el movimiento del 68”, destaca Gloria.
 
Detalla que llegó a París “en un momento realmente extraordinario, porque en el mundo se estaban produciendo grandes movimientos que los intelectuales franceses recogieron en las corrientes de la Sociología, el Psicoanálisis y la corriente Filosófica, que fue la más fuerte”. Agrega que tuvo la oportunidad de entrevistar  a intelectuales muy destacados, que fueron generosos en sus palabras, así como en sus creaciones. Menciona a Bruno Durocher, poeta polaco nacionalizado francés que escapó de un campo de concentración en la segunda guerra mundial; Pierre Jacquez Hélias, escritor francés defensor de su región, Bretaña, premiado por la UNESCO por rescatar su tradición oralde su terruño y también el sociólogo suizo,Jean Ziegler quién ocupa actualmente un destacado puesto en la ONU; y también a otros filósofos griegos y latinoamericanos.
 
Gloria describe esas entrevistas como “un camino al conocimiento y una experiencia que le mostró un hermoso horizonte, que al intentar tocarlo va más allá en el saber”. Al mismo tiempo, la motivaron a acercarse a los medios de comunicación como una herramienta de transmitir sus conocimientos y aportar desde otra perspectiva a la transformación de las personas.
 
Así, al retornar a Chile en 1988 se instaló en Concepción y reconoce que le costó incorporarse. Habló con el director de Diario El Sur, Hernán Álvez, a quien recuerda con mucho agradecimiento, y le propuso escribir columnas sobre la temática en que había hecho su tesis en París Encontrar el pensamiento nuevo y sobre creatividad en educación, en base a una metodología que ella misma había desarrollado. Le llevó la primera columna, que tuvo buena recepción y siguió escribiendo columnas todo un año, bajo el título “pensamiento nuevo”, que se publicaban cada miércoles.
 
Luego se fue a Santiago y decidió volver a la educación media, haciendo clases en el Colegio Confederación Suiza. Posteriormente hizo clases a estudiantes de cuarto año de periodismo en la Universidad de Santiago, y en un programa especial de titulación para periodistas,denominado:Metodología de la investigación en comunicación social, y luego impartió clases en un curso de postgrado sobre creatividad en la Universidad Diego portales. Paralelamente vino a hacer clases a la Universidad Católica de la Santísima Concepción durante un año, viajando como lo hacían sus antiguos profesores de la UdeC.
 
En 1997 jubiló y retornó a Concepción, donde ha seguido colaborando esporádicamente en Diario el Sur y recientemente ha dictado el curso La Filosofía un Nuevo Paradigma de Vida en el Centro Cultural del Adulto Mayor CECAM UdeC.  Agrega la entrevistada "fué un grupo extraordinario de una amplia cultura en su mayoría profesionales formados en esta casa de estudios, e indica que tiene pendiente entregar un proyecto para un nuevo curso.
 
Ad portas del centenario de su Alma Máter, Gloria sostiene que “para mí y para muchos de mi generación, la Universidad de Concepción es una especie de faro, con esos personajes con los que tuve el privilegio de aprender, que nos señala un camino de la vida de superación, del cual no hay vuelta atrás”.

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