“Nuestro denominador común era ser alumnos de la U de Concepción, unidos por el lema Por el desarrollo libre del espíritu"
María Isabel Iduya es exalumna de la Generación 1986 de Medicina. Su especialidad es Medicina Interna y cuenta además con un MBA en Gestión de Salud. Ha desarrollado gran parte de su carrera en Magallanes, tanto en la práctica clínica como ocupando cargos en el servicio público.
Actualmente es Subdirectora Médica del Servicio de Salud Magallanes y fue la anfitriona de los operativos desarrollados en el Hospital Clínico Magallanes (Punta Arenas), el Hospital de las Fuerzas Armadas de Punta Arenas y el Hospital de Puerto Natales por sus compañeros de promoción que integran la Brigada Médica Solidaria.
Su vocación nació tempranamente. “Siempre quise estudiar Medicina, probablemente por seguir los pasos de mi mamá, Gladys Landa Vega, Anestesista y exalumna de la primera promoción de la Escuela de Medicina de la UdeC. Ella falleció en Santiago en un accidente el año 1965 y luego mi papá se casó en segundas nupcias con mi segunda madre, su compañera de curso, amiga y pediatra/bacteriologa, la Dra. Ingeborg Prenzel Leupolt, quien actualmente está jubilada y vive en Santiago. Estaba muy claro que si estudiaba Medicina lo haría en Concepción y mi hijo mayor también es médico formamado en la U de Concepción”, detalla.
Reconoce que estudió en una época compleja y en su curso existían grupos que no siempre compartían. Acala que “pese a ello siempre teníamos tiempo para reunirnos en grupos más pequeños y guardo muy buenos recuerdos de mi vida universitaria”.
Recuerda con mucho cariño a algunos profesores como por ejemplo “al Dr. Vivaldi quien fue un referente para muchos de nosotros y que a través de sus "coloquios biomédicos" nos enseñaba fisiopatología de una manera apasionante. Él además fue a quien elegimos para que nos tomara el juramento hipocrático en nuestra ceremonia de título”. Menciona también a los doctores Vielma, Acuña, Funcke, Heredia y Fasce, quien destacaba por su gusto por la ópera.
Lo que más la marcó de su vida universitaria fue “el haber salido de mi casa en Santiago y llegar a una ciudad diferente con un campus universitario que reunía a estudiantes de todas las carreras y provenientes de muchas regiones, todos diferentes; con distintas convicciones, orígenes y motivaciones”. Destaca que “nuestro denominador común era ser alumnos de la U de Concepción, unidos por el lema Por el desarrollo libre del espíritu".
¿Cómo inició su carrera profesional?
Inicié mi carrera en Santiago, pues mi marido, que es dentista, ganó un concurso en el Hospital de Buin. La idea era realizar una beca y establecernos en Santiago, pero no nos acostumbramos a la ciudad, a pesar de haber vivido antes en ella.
¿Cómo llegó a establecerse en Magallanes y cómo ha sido su vida profesional allá?
Mi marido ganó un concurso en Punta Arenas, así que nos trasladamos con nuestro hijo mayor que era pequeñito.
La verdad es que he trabajado en muchas áreas en Punta Arenas, primero en Atención Primaria de Salud y luego en el Servicio de Salud. El año 1995 salí del Servicio en donde realizaba gestión y volví a la práctica clínica en el Hospital Naval, en donde además de mi cargo de 28 horas llegué a desempeñarme como jefe de Servicio Médico Quirúrgico. Me formé en el área de gestión realizando varios diplomados y un MBA en administración en salud, pero sin dejar el ejercicio clínico como internista.
Entre los años 2010 y 2014 fui designada Seremi de Salud y luego volví a mi cargo en el hospital de las FFAA y al Hospital Clínico, en donde me desempeñé hasta marzo del 2018 como subdirectora médica. Actualmente soy la subdirectora médica del Servicio de Salud Magallanes.
¿Ha mantenido contacto con sus compañeros de Universidad?
Como me vine a Punta Arenas la verdad es que solo tuve contacto con mis amigos más cercanos y con el doctor Luis Ulloa, quien también vive en Punta Arenas. Con el resto de mis compañeros mantuve contacto esporádico, hasta que empezamos a reunirnos como curso a partir de la celebración de los 20 años de egresados. Desde esa fecha nos hemos acercado muchísimo, aprendimos a conocernos de una manera diferente. Pasado el tiempo nos damos cuenta que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. En la celebración de los 30 años el doctor José Venegas nos propuso la idea de realizar este tipo de actividades. Él entusiasmó entre otras a la doctora Antonieta Puga y entre ellos iniciaron la coordinación para el primer operativo en Tal Tal.
¿Cómo surgió la idea de llevar a la Brigada Médica Solidaria a Magallanes?
El año pasado, luego del operativo en Cañete, les pedí apoyo para realizar algo en Puerto Natales, pero como ya estaba planificado Aysén lo dejamos para éste año. ¿Por qué Puerto Natales? Porque era un hospital recién inaugurado, que a pesar de tener una infraestructura no tenía la totalidad de especialistas. Nos pareció una buena manera de aportar. Además, me parecía relevante que conocieran nuestra realidad, pues nadie quiere lo que no conoce.
Creo que ellos pueden contribuir a "mostrar" esta Región y probablemente podamos lograr interesar a algún especialista "del norte" para que se venga a radicar acá. Obviamente que cada una de nuestra reuniones es emocionante. Yo no había participado antes de los operativos y esta experiencia fue genial. Sentir el cariño de este equipo por lo que hace de manera desinteresada y apoyándonos entre todos, es realmente gratificante.
Pienso que esta iniciativa podría ser replicada por otros cursos, es una muy buena manera de colaborar con la salud pública de cada una de nuestras regiones y por sobre todo a nuestros pacientes que han esperado tanto para ver resueltos algunos de sus problemas de salud. Escuchar algunos testimonios recogidos entre ellos de verdad que reconforta el espíritu y hace que todos los esfuerzos que realizamos para estar como equipo entregando este apoyo hayan valido la pena.
¿Con que sensación se queda, en lo personal, una vez terminado este trabajo junto a sus compañeros?
Como lo dije antes, esta ha sido una gran experiencia, de esas que dejan llenito el corazón. Cuando terminamos el día agotados, al juntarnos a realizar el balance del día y preparar las actividades del día siguiente, teníamos también la oportunidad de conocer más en profundidad que ha sido de la vida de cada uno, conocer de sus familias, hijos y nietos e intercambiar fotos. Apoyar al que lo requiere y también celebrar los logros de cada uno es tremendamente sanador. Saber que estuvimos solo por la convicción de que era necesario estar, fue maravilloso. Creo que tenemos que agradecer a la vida que nos ha dado el privilegio de poder participar de esta iniciativa.
Ahora viene la tarea de preparar el próximo operativo y tratar de encantar a más compañeros para invitarlos a participar.