Sofía Valenzuela Aguila
Doctora en Bio-química.
Investigadora Centro de Biotecnología.
Universidad de Concepción.
Las primeras semanas de diciembre, aparecieron los casos de coronavirus (COVID19) en la ciudad de Wuhan, China. Desde entonces, los casos de contagiados y fallecidos se han expandido en todo el mundo al punto de que la OMS la ha declarado pandemia mundial, con las correspondientes medidas que trae esta condición para la población y los sistemas de salud.
Un virus es un agente que requiere infectar a una célula para seguir su ciclo y persistir en el tiempo. Estos pueden afectar a bacterias, en cuyo caso se denominan fagos, o bien a animales, plantas y humanos, siendo por lo general específicos. Los virus han coexistido con nosotros hace millones de años, no han sido generados por los científicos, ni en laboratorios.
¿Es exagerada la reacción de las autoridades y científicos ante el COVID19? Rotundo no, es más, se recomienda extremarlas. Es un virus nuevo y del cual aún hay poca información. En estos pocos meses se ha avanzado bastante, se conoce la información genética, cada día se aprende más de su mecanismo de propagación y se está avanzando en el desarrollo de vacunas, pero que tardarán por lo menos un año en ser aprobadas para su uso en humanos. Por ahora se han empleado antivirales ya existentes para otros virus, pero no hay certeza que afecten a este virus.
En Chile, ya estamos en la denominada fase cuatro , fase que implica la existencia de circulación viral y dispersión comunitaria de la enfermedad. Es cosa de días que aumente el número de infectados y afectados. Lo más sensato hoy es tomar medidas extremas, para disminuir la tasa de infectados por días, esto es relevante para no saturar el sistema de salud. Es claro que muchos de los infectados, no sabrán que son portadores del virus y no desarrollarán síntomas de la enfermedad, pero serán fuente de contagio para otros, en especial para la población de riesgo. Estos podrían colapsar nuestro ya frágil y poco preparado sistema de salud público, requerir apoyo médico y en casos graves de ventiladores mecánicos. Si a un sistema saturado le agregamos más casos en un tiempo muy breve, ¿qué podría pasar? Los consultorios se repletaron de personas buscando la vacuna contra la influenza, una buena forma de evitar que además se propague esta enfermedad en época invernal, pero que deja claro que no estamos en condiciones de enfrentar una emergencia sanitaria masiva. Por lo mismo, se hace necesario que evitemos la propagación del virus tal como recomiendan los expertos convocados por el Colegio Médico, entre ellas, “extremar medidas de control para quienes ingresen al país, con cuarentenas efectivas, seguimiento de los casos y sanciones punitivas para quienes no las cumplan; Suspender completa e inmediatamente actividades masivas; Que el Estado dé el ejemplo como empleador y extienda el teletrabajo a la mayor cantidad de personas, no sólo a mayores de 75 años; Extender esta medida al sector privado e implementar flexibilidad en el horario de entrada y salida, para evitar desplazamientos en horario punta; Control de precios de elementos de protección personal, como alcohol gel, mascarillas y otros (gran oportunidad de reflexionar sobre neoliberalismo y ética); Suspensión de clases en colegios y universidades; Tomar medidas para evitar aglomeraciones en el transporte público; y Cierre de cines y malls, entre otras. Es decir, lo más lógico es hacer lo que han hecho varios países que han pasado por esta fase, aislar a la población en sus casas, salir solo en casos estrictamente necesarios, trabajar desde casa. Las consecuencias de no tomar en serio estas acciones podrían generar víctimas fatales en la población de riesgo, estamos a tiempo aún de que nuestra responsabilidad individual esté al servicio de nuestra convivencia social y el bien común.
Columna publicada por La Ventana Ciudadana