Dr. Javier Vidal Valenzuela
Académico Facultad de Ingeniería
Universidad de Concepción
Los resultados de experiencias efectivas de clases invertidas y aprendizaje basado en equipos en dos cursos de la Facultad de Ingeniería (2019) sugieren que este tipo de métodos son aceptados por los estudiantes, aunque se debe —en el futuro— hacer estudios del impacto al concluir las asignaturas, así como efectuar mediciones en aspectos de comportamiento y actitudinal en relación con el trabajo de equipos y el desarrollo de las habilidades de comunicación.
Hoy, más que nunca, el uso de Internet, de las tecnologías y de las redes sociales están siendo herramientas claves para el desarrollo de nuestras vidas personales y profesionales. Desde hace años y, sobre todo, con el arribo a nuestras aulas de la llamada Generación Z o Post Millennials, nacidos entre 1999 y 2005, hemos notado que la forma en cómo ellos se informan, aprenden y comprenden es distinta a cómo nosotros, los docentes, nos relacionamos.
Antes de la llegada del Coronavirus a Chile, y al mundo en general, la incorporación de innovaciones a la hora de enseñar eran tendencia. Hoy es realidad. No solo cómo nos comunicamos sino que también cómo enseñamos a una generación que está acostumbrada a la gratificación instantánea y que exhibe espacios cortos de atención y una alta capacidad de realizar varias tareas a la vez. Videoconferencias, material en videos, uso de plataformas para enseñanza/aprendizaje, virtualización de la enseñanza, etc. son conceptos que vienen y probablemente se quedarán en el espacio académico.
El método de clases invertidas es un buen ejemplo de cómo incorporar innovaciones en aulas, como su nombre lo indica consiste en invertir la función tradicional de las clases en el aula y el rol de las actividades realizadas por el estudiante durante el tiempo fuera de ellas. Esto implica que, fuera del aula, el profesor proveerá el material, en formato de texto, presentación, audio o video digital, para que el estudiante lo revise, compare con material complementario, registre las dudas que no puede resolver por sí solo y, en general, adquiera los conceptos y el conocimiento sobre la materia del curso.
Y, a su vez, en las sesiones en el aula se dedicarán a resolver consultas, ejercitar aplicando el conocimiento para la resolución de problemas o casos en un proceso de aprendizaje más activo. Dada la situación actual, las sesiones no serían presenciales, sino a través de una plataforma en línea, que permita la interacción en tiempo real de docente y alumnos. Un nuevo desafío que implica no sólo la capacidad de coordinación, sino también la disponibilidad de tecnologías en los hogares de los estudiantes.
Sin embargo, más allá de la urgencia actual, el fundamento detrás de este método es que el académico puede utilizar su tiempo dando soporte a los estudiantes en procesos de aprendizaje más profundos.
Los resultados de experiencias efectivas de clases invertidas y aprendizaje basado en equipos en dos cursos de la Facultad de Ingeniería (2019) sugieren que este tipo de métodos son aceptados por los estudiantes, aunque se debe —en el futuro— hacer estudios del impacto al concluir las asignaturas, así como efectuar mediciones en aspectos de comportamiento y actitudinal en relación con el trabajo de equipos y el desarrollo de las habilidades de comunicación.
De momento, algunas plataformas permiten realizar analítica de los datos de los estudiantes, las que arrojarán información que puede ser intencionada para medir algunos aspectos que tienen que ver con la madurez de los estudiantes para asumir responsablemente su formación.
En resumen, pasada la pandemia tendremos que hacer una evaluación que, sin duda, nos permitirá rescatar lo mejor de la integración de las estrategias más convencionales de enseñanza/aprendizaje y las modernas basadas en el uso de tecnologías, proceso que marcará un antes y un después en la formación de personas.
Columna publicada por Noticias UdeC
Fotografía Needpix