Max Echeverría, un innovador outsider que se proyecta en el mercado norteamericano

 

Desde niño le atrajo la programación y siendo adolescente la innovación y el emprendimiento. Hoy es el creador de varias empresas desde la región del Biobío, siendo Eskuad una de las con mayor potencial y que hoy lo tiene participando de un programa de aceleración en Tampa Bay Wave, Florida, Estados Unidos. Se trata de una plataforma que manda tareas a terreno, recopila datos y envía informes de reportes, ahorrando un 20% del trabajo de personal de campo y hasta un 80% de tiempo en analistas de datos.

 

Es Max Echeverría, Ingeniero Civil Industrial, Master of Sience por la Universidad de Concepción, quien ya en la época universitaria, creó con un grupo de compañeros Twable, aplicación para “pedir canciones, comida y copete” dice. No funcionó porque el mercado local no estaba preparado para una disrupción de ese tipo. Pero la experiencia quedó.

 

Ha pasado por talleres, incubadoras, redes de mentores, pero lo que más le ha dejado, asegura, es internet y los libros que por iniciativa propia ha leído, como de programación, tecnología incluso idiomas.

 

Cuenta Felipe Díaz, que en esos años, siendo ejecutivo de proyectos de Corfo Biobío, encontró a un joven con patineta y mochila esperando ser atendido en las oficinas de Fomento Biobío. Venía bien recomendado de la U, agrega. Su proyecto fue finalmente ganador de la línea y se consolidaba como actor relevante de un ecosistema penquista, que en esos años, no estaba en línea con los desarrollos tecnológicos que se sucederían desde aquel entonces.

 

Para allanar ese camino, en plena carrera universitaria, y con el apoyo del profesor Pablo Catalán, Echeverría y un grupo de compañeros, incidió en el cambio de la malla curricular en Ingeniería UdeC, para estar a la altura formativa de Standford, MIT o Georgia Tech. Después vino la creación de Gearbox, con la finalidad de cambiar la mentalidad de una generación completa de estudiantes universitarios.

 

Desde Florida, Cmas conversó con Max Echeverría, a cerca de su recorrido profesional, su visión de la innovación local y el futuro de su proyecto.

 

¿Cuándo te diste cuenta que el emprendimiento era lo tuyo, y cuál fue la primera idea que desarrollaste?

 

“En realidad cuando tenía como 12 años ya sabia programar y a los 14 hice un par de páginas web, a los 17 hice una «productora de fiestas en casa» en Santiago y cobraba por poner música, parlantes, etc. Pero ahí no lo hacía como emprendedor, lo hacía porque era entretenido y ganaba plata mientras lo pasaba bien. Yo creo que en el momento en que me di cuenta eso era un «llamado», fue después de mi práctica en Escondida, unos amigos me dijeron que participáramos en un concurso, y hablé tanto de emprender, que tuve que cumplir y darle».

 

¿A raíz de lo mismo, qué valor tiene la asociatividad a la hora de emprender, y qué experiencia tienes en trabajo colaborativo?

 

«La colaboración es todo, cada vez me doy más cuenta. Y la mayoría de las veces se da sola, no se fuerza, se da por cosas que no tienen nada que ver. Por ejemplo, he conocido gente jugando basquetbol, organizando eventos de innovación o compartiendo una oficina. Resulta que esas conexiones «random» me han ayudado a hacer proyectos conjuntos, vendiendo o incluso, yendo ahora a Estados Unidos».

 

Qué opinas de los proyectos que surgen en Biobío, y cuéntanos si te ha tocado evaluar algunos.

 

«Siento que en Biobío hay mucho talento, y sí he evaluado varios. Incluso me he encontrado con quienes en la vida social no son callados, pero para emprender, no se sienten tan seguros de lo que tienen, a pesar de que sea muy bueno. Creo que es el dilema de los que son capos: que no creen que lo que tienen es bueno, porque quieren algo mejor. Siento que hay dos grupos muy marcados de innovadores: talentosos y silenciosos, y habladores, pero no tan talentosos.

 

He evaluado emprendedores para entrar a la aceleradora que creé, para decidir si invertir en ellos con el fondo de capital de riesgo donde participo y lo más grande ha sido cuando Corfo me pidió evaluar a los emprendedores de la región para ver a quienes les podían invertir fondos del gobierno».

 

Dentro de tu carrera como emprendedor, ¿qué momentos han sido claves para tu desarrollo, y qué consejos le das a quienes se están iniciando?

 

«Creo que algunos de los momentos claves, han sido cuando estaba aprendiendo a programar, tuve que aprender inglés obligado, eso ha sido clave en todo momento, y cada vez que he podido hablar en inglés, aprovechar esa oportunidad. Si no fuera por eso, no habría hecho las conexiones, ni podría pararme en las reuniones que tengo ahora. Otro ha sido, el haber hecho deportes de equipo, me enseñó a mandar y ser mandado, también a saber caer y pararme de nuevo hasta mejorar y ganar. Se que suena medio cliché, pero creo que es verdad.

 

Después, cuando decidí participar con mis amigos en el concurso, mientras estábamos en la U. Desde ahí no pude parar. Y después de eso, en realidad hay muchos momentos, pero básicamente, en todos ellos ha sido no descartar la oportunidad de conocer a alguien nuevo, siempre que puedo digo que sí. Eso me ha llevado a tener una tremenda red de apoyo, tanto para aprender, como para desahogarse.

 

Otro momento clave fue cuando me tiré a la piscina, con postular en marzo a fondos y aceleradoras en USA, quedamos y aquí estoy. Usando la misma filosofía de Nico Massú, «Nada es imposible we0n, niuna we4».

 

Les aconsejo, que nunca digan no, sin argumentos, que se basen en los datos, que estudien harto, pero de lo que pasa en los ecosistemas más avanzados, y que siempre estén abiertos a escuchar a otros para aprender, pero también para apoyar».

 

A parte de estar siendo acelerado en USA, ¿qué otro u otras satisfacciones has recibido en tus años como emprendedor?

 

«Con mi primera Startup, Twable, salimos segundos en un concurso nacional en 2013. El mismo año, gané una beca para estudiar el Magíster en Ingeniería Industrial gratis, y la tomé, así que me triple cargué de trabajo con el emprendimiento, la carrera y el magister. Pero agradezco a los profes de ese tiempo en la UdeC, que nos dieron apoyo. En 2015 presenté mi tesis en Georgia Tech, como Speaker en Atlanta Conference on Science and Innovation Policy. Ahí cree relaciones que mantengo hasta hoy y que me apoyan bastante con esa Universidad. En 2016 me gané el premio a los Jóvenes Líderes del Sur, por mi impacto en la región en términos de innovación y emprendimiento, también, tuve la oportunidad de ser llamado como speaker en el fiiS, y ser jurado y speaker de emprendimientos en HackaLot. En 2017, me gané el premio Felipe Álvarez, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, al profesional que impacta su organización en innovación. También como empresa tenemos el orgullo de haber ganado un PRAE en 2015, en el primer lugar; segundo lugar de Innova Arauco, ganar un espacio en Microsft Bizspark, todo eso con Mobki, nuestra empresa de ingeniería. Y ahora con Eskuad (spin-off de una solución de Mobki), fuimos aceptados como SAP PartnerEdge y en Tampa Bay Wave en Estados Unidos».

 

¿Cómo proyectas el futuro de tu empresa una vez terminado el trabajo en la aceleradora Norteamericana?

 

La idea por la que me vine, apostando con mi propia plata (ni siquiera de la empresa esta vez), es abrir la empresa en este mercado y la aceleradora nos ha permitido comenzar. Pero la idea es hacer crecer la empresa acá y llegar a atender nuestro mercado objetivo desde USA y ahí hacer un Exit. La idea es mantener el equipo de ingeniería en Conce y desarrollar el negocio desde USA.

 

Entrevista publicada por Cmas 

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