Lucía Saldaña Muñoz y Ximena Gauché Marchetti
Dirección de Equidad de Género y Diversidad Universidad de Concepción
Desde que el 8 de marzo de 1977 la ONU proclamara el “Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional”, esta fecha conmemora la lucha histórica por igualdad, no discriminación y erradicación de la violencia a mujeres y niñas en todas sus formas.
A nivel mundial, este año la conmemoración se enmarca en el veinticincoavo aniversario de la Conferencia de Beijing sobre la Mujer, que marcó un punto de inflexión al introducir la perspectiva de género al análisis de las demandas de las mujeres y dar un nuevo marco de acción a las políticas y normas estatales. Asimismo, nos encontramos a 10 años para cumplir el objetivo de igualdad de género planteado en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, con la meta específica de asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y el liderazgo en todos los niveles decisorios de la vida política, económica y pública. A nivel nacional, la conmemoración se enmarca en un contexto político crucial: el llamado a decidir, el 26 de abril, si se aprueba o rechaza la idea de elaborar una nueva Constitución, y, a optar por el mecanismo para la preparación de este texto.
El movimiento social que explosionó en octubre de 2019 con demandas ciudadanas, ha puesto en evidencia no solo la desigualdad social y la persistencia de la violencia de género, sino que también la constante dificultad de las mujeres por ingresar al mundo político, dada la pervivencia de la creencia que la acción política es preferentemente de los varones, idea fuertemente enraizada en el modelo patriarcal imperante.
La reciente aprobación de un mecanismo de paridad en el Congreso Nacional, proceso que no fue fácil ni expedito, es un logro histórico. Las mujeres somos la mitad de la población y, pese a ello, llegar a este momento ha sido casi tan dificultoso como lo fue alcanzar el derecho a sufragio para elegir a nuestras autoridades.
Este 8 de marzo vivimos un escenario distinto. Miles de mujeres podremos, con participación política paritaria en la presentación de candidaturas y en la fórmula del proceso constituyente, sortear las enormes barreras de entrada a la vida política para propiciar el cambio social que Chile demanda. Esta es una oportunidad para visibilizar nuestras capacidades y diversidad de contribuciones a todos los espacios de la vida social. De esta manera, continuaremos avanzando en erradicar la asimetría de poder con que hemos vivido por siglos.
Columna publicada por Diario Concepción
