Dr. Ricardo Barra
Facultad de Ciencias Ambientales y Centro EULA
Universidad de Concepción
Estamos en tiempos de gran incertidumbre, no cabe duda.
Es el sentimiento que predomina en tiempos de cuarentena y quienes nos podemos quedar en casa nos preguntamos: ¿Cómo se sale de esta crisis?, ¿seguiremos siendo los mismos después de esta crisis sanitaria y social?, ¿que pasará con la economía?, ¿tendremos el mismo trabajo que teníamos antes?
Seguramente, para estas preguntas no existe una sola respuesta. Sin embargo, hay claras señales de que debe haber cambios en nuestro sistema económico, así como también en nuestra sociedad de producción y consumo. Modificaciones que la ciencia ya venía pronosticando, en varios reportes ambientales durante los últimos 20 años.
Porque esto también está asociado a la crisis ambiental. Muchos medios han destacado la mejora de las condiciones ambientales en el aire de China o en el agua de la laguna de Venecia, o en la calidad del aire de nuestra ciudad, cuando la actividad humana se detiene.
A pesar de ello, tampoco hay que ser demasiado optimista, puesto que todos sabemos que esta detención es sólo temporal y, que de volver a la misma actividad frenética que teníamos antes de esta crisis sanitaria, lo mas probable es que volvamos a presentar los mismos índices de contaminación previos.
La crisis climática opera en una escala que va mas allá de los días de detención que llevamos, esto demuestra la relevancia que tiene la actividad humana en estos fenómenos de cambio que observamos con preocupación durante la última década.
Esta detención temporal de la actividad humana, debe ser, además, una oportunidad para repensar el futuro y para desarrollar más fuertemente los conceptos de sostenibilidad y abordaje de la crisis.
En un país altamente segregado y desigual, sin duda, los efectos sumatorios de la crisis sanitaria, económica y ambiental, tendrán impactos diferentes.
Debemos, entonces, ocuparnos de aquellos sectores más vulnerables a la crisis. Se ha dicho que la brecha digital -desnudada por esta pandemia- debe ser abordada con energía.
Hay que aprovechar el acceso casi universal a medios tecnológicos, para el desarrollo de innovaciones en el trabajo, para el acceso a bienes y servicios, así como también en la educación.
Este cambio debe operar ya, si queremos tener alguna oportunidad de éxito en superar las crisis que enfrentamos.
Hemos sido testigos del valor del abordaje de este tipo de crisis a nivel territorial y, seguramente, su éxito o fracaso dependerá de lo que hagamos en ellos. Donde existan liderazgos claros, democráticos y transversales, es probablemente que habrá mayores posibilidades de superar esta crisis.
Más allá de todo ello, se requiere, además, concentrar esfuerzos en la colaboración, ya que es allí donde radica el problema. Hoy tenemos un país fracturado, desconfiado y atomizado, que se está viendo enfrentado quizá a la mayor amenaza en su historia, provocada, en esta oportunidad, por un enemigo invisible, pero que se puede derrotar si somos capaces de desplegar todas nuestras capacidades e inteligencia.
Quizá hoy y dejando toda diferencia de lado, más que nunca debemos confiar en nuestras capacidades científicas y tecnológicas para superar este oscuro momento.
Columna publicada en Diario Concepción
