Por Francisco Darmendrail
Periodista UdeC
Magíster en Historia Económica y Empresarial
Universidad Adolfo Ibáñez.
En un mundo marcado por la competencia por recursos, rutas estratégicas y zonas de influencia, las ciudades adquieren un protagonismo creciente en los equilibrios del poder global. En este escenario, la ciudad de Concepción, históricamente relevante y geográficamente privilegiada, se proyecta como una ciudad con capacidad real de incidir en la geopolítica del Pacífico Sur.
La historia penquista está tejida por la estrategia. Fundada en 1550 como enclave militar de la expansión española, fue bastión durante la Guerra de Arauco y, más tarde, escenario de episodios decisivos del proceso de emancipación nacional. No es casual que en su Plaza de Armas Bernardo O’Higgins efectuará la proclamación de nuestra independencia el 1 de enero de 1818. A lo largo de los siglos, su rol logístico y militar se consolidó, especialmente en momentos de crisis como la Guerra del Pacífico y tras catástrofes naturales que reforzaron su identidad resiliente.
Pero la historia no es solo relato: es fundamento de una vocación estratégica persistente. Concepción articula territorio, mar y conocimiento. Su cercanía al puerto de San Vicente y a la bahía de Talcahuano la vincula directamente con las rutas del Asia-Pacífico, una de las zonas más dinámicas y disputadas del sistema internacional actual. Esta ubicación le otorga un rol potencial en los corredores bioceánicos que unen América del Sur con los mercados asiáticos, y en iniciativas logísticas y marítimas de largo alcance.
Desde la perspectiva de la geopolítica urbana, Concepción debe ser comprendida como un territorio con agencia propia. Su robusta base científica –con universidades, centros tecnológicos y redes internacionales de cooperación– la posiciona como un nodo del conocimiento estratégico. En un contexto donde la soberanía tecnológica y la innovación definen la competitividad internacional, el capital humano que genera Concepción es una forma de poder que trasciende lo meramente económico.
A ello se suma su rol en la geopolítica del medio ambiente y la Antártica. Por su ubicación en el sur del continente y su cercanía relativa al continente blanco, la ciudad puede desempeñar funciones logísticas clave en investigaciones polares, monitoreo climático y gestión de recursos oceánicos, todos temas prioritarios en la agenda internacional. Su potencial en energías limpias y políticas ambientales refuerza esta proyección como un actor de la transición ecológica global.
Pensar a Concepción en clave geopolítica implica reconocer que ya no basta con mirar hacia adentro. Es necesario desplegar una diplomacia territorial, construir alianzas con otras ciudades portuarias del Pacífico, integrarse a redes de ciencia, tecnología y cultura, y fortalecer infraestructuras estratégicas para la conectividad marítima, digital y energética.
Concepción no es periferia: es eje. Su historia, su ubicación y su estructura productiva la convierten en una plataforma ideal para que Chile dialogue desde el sur con el resto del mundo. El desafío es creérselo y actuar en consecuencia. La geopolítica del siglo XXI no se define solo en capitales o cancillerías, sino también en territorios como este, que han sabido construir poder desde su propia identidad.